Arquidiócesis de
Tegucigalpa/ Decanato Zona Periférica
Parroquia
Cristo Rey y Santa Cruz
Domingo 15 Abril 2012.
“Paz
a ustedes”…Y los discípulos se llenaron de alegría.
“Señor
mío y Dios mío”
Monición inicial
Queridos hermanos y hermanas, bienvenidos a la Casa
del señor, la Casa de la divina misericordia.
Muchos son los frutos de la resurrección que nos
presenta la Palabra de Dios en este segundo 2do. de Pascua:
-- La PAZ, que
Dios mismo otorga al corazón de los creyentes, como verdadera y máxima garantía
la experiencia de la resurrección. Es, pues, un don de Dios.
-- La ALEGRÍA: fruto de la paz y fuente de la fe.
-- La COMUNIÓN
de los creyentes: no como un ideal sino como experiencia cotidiana que abarca
todos los aspectos de la vida.
-- La
SOLIDARIDAD: porque donde hay un verdadero encuentro con Cristo resucitado
brota inmediatamente un espíritu de apertura e identificación con mis hermanos
y sus necesidades.
Si hay una palabra que caracterice mejor el conjunto
de estos textos es la novedad. Donde
hay una opción de vida por Cristo resucitado, ahí hay una vida nueva, la que
otorga y conduce el Espíritu Santo.
La mayor expresión de esa novedad en Cristo es la
MISERICORDIA.
Dispongámonos a celebrar en el Domingo de la Divina
misericordia la novedad del Espíritu de Cristo resucitado en la vida de las
comunidades cristianas.
Moniciones a la
Palabra de Dios
1era. lectura: Hc. 4, 32 – 35
Cristo resucitado cambia radicalmente la
forma de vida de las personas y las comunidades cristianas. Ese es precisamente
una garantía de que el resucitado ha sido realmente recibido en los corazones:
cuando la vida cambia, y la comunión y
la solidaridad se imponen.
Salmo
117
Sigue con nosotros este himno triunfal
de alabanza, con el que los cristianos ahora cantamos jubilosos la fuerza y el
amor que Dios ha derramado en nosotros. La resurrección de Jesús es así la
piedra fundamental de nuestra fe y nuestra esperanza.
2da. lectura 1era
Jn. 5, 1-6
Creer en Jesús es renacer cada día al amor de Dios
en el trato con los hermanos. Así, fe, amor y hermanos, son 3 realidades que
van de la mano. Quizá humanamente nos sea difícil entenderlo y vivirlo. Por
eso, lo importante es dejarnos llevar por el Espíritu Santo, maestro de la fe y
el amor.
Evangelio: Jn.
20, 19 – 31
Todos los años leemos este mismo evangelio en el
domingo de la divina misericordia. Acaso sea porque sobre abunda en los frutos
de la resurrección: paz, alegría, reconciliación, fe, testimonio. El resucitado se presenta a los suyos y
derrama sobre ellos la misericordia de Dios, para que ellos hagan los mismo con
toda la humanidad a través de todos los tiempos.
Oración de los
fieles
Responderemos: “Dios
de misericordia, escúchanos”
· Cristo
resucitado, mantén nuestros corazones fieles a la comunión de la Iglesia, a
través de nuestros pastores, el Papa Benedicto XVI, los Obispos y sacerdotes.
Así, todos verán manifestarse entre
nosotros el poder de tu resurrección. Oremos…
· Cristo resucitado,
siembre en nuestros servidores públicos el amor por tus mandamientos. Así, al
fomentar la justicia, la paz, el bien común y la reconciliación, nuestros
gobernantes serán tambi´ne testigos de tu resurrección. Oremos…
· Cristo
resucitado, que este tiempo de gozo que es la Pascua, sea testimoniado en
nuestras comunidades cristianas por sus obras de solidaridad, sobre todo entre
los más pobres y desamparados. Así, viendo nuestras buenas obras de amor, los
más pobres descubrirán el poder de tu resurrección. Oremos…
· Padre celestial,
dirige tu agradable mirada amorosa sobre nuestra parroquia, sus sectores y
grupos apostólicos. Que nosotros sepamos asumir también con valor el testimonio
de tu resurrección y los retos de conversión, de comunión y justicia que exige
de todos. Oremos…
Nota: especialmente en este domingo, sugiero que las comunidades
cristianas añadan una o dos intenciones más a las aquí propuestas.
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