jueves, 12 de abril de 2012


Arquidiócesis de Tegucigalpa/ Decanato Zona Periférica
Parroquia Cristo Rey y Santa Cruz

Domingo 15 Abril 2012.
        “Paz a ustedes”…Y los discípulos se llenaron de alegría.
   “Señor mío y Dios mío”
                                                     
Monición inicial
Queridos hermanos y hermanas, bienvenidos a la Casa del señor, la Casa de la divina misericordia.
Muchos son los frutos de la resurrección que nos presenta la Palabra de Dios en este segundo 2do. de Pascua:
-- La PAZ, que Dios mismo otorga al corazón de los creyentes, como verdadera y máxima garantía la experiencia de la resurrección. Es, pues, un don de Dios.
-- La ALEGRÍA: fruto de la paz y fuente de la fe.
-- La COMUNIÓN de los creyentes: no como un ideal sino como experiencia cotidiana que abarca todos los aspectos de la vida.
-- La SOLIDARIDAD: porque donde hay un verdadero encuentro con Cristo resucitado brota inmediatamente un espíritu de apertura e identificación con mis hermanos y sus necesidades.
Si hay una palabra que caracterice mejor el conjunto de estos textos es la novedad. Donde hay una opción de vida por Cristo resucitado, ahí hay una vida nueva, la que otorga y conduce el Espíritu Santo.
La mayor expresión de esa novedad en Cristo es la MISERICORDIA.
Dispongámonos a celebrar en el Domingo de la Divina misericordia la novedad del Espíritu de Cristo resucitado en la vida de las comunidades cristianas.


Moniciones a la Palabra de Dios

1era. lectura:                                      Hc. 4, 32 – 35
Cristo resucitado cambia radicalmente la forma de vida de las personas y las comunidades cristianas. Ese es precisamente una garantía de que el resucitado ha sido realmente recibido en los corazones: cuando la vida cambia, y la comunión  y la solidaridad se imponen.

Salmo                                                 117
Sigue con nosotros este himno triunfal de alabanza, con el que los cristianos ahora cantamos jubilosos la fuerza y el amor que Dios ha derramado en nosotros. La resurrección de Jesús es así la piedra fundamental de nuestra fe y nuestra esperanza.




2da. lectura                                        1era Jn. 5, 1-6
Creer en Jesús es renacer cada día al amor de Dios en el trato con los hermanos. Así, fe, amor y hermanos, son 3 realidades que van de la mano. Quizá humanamente nos sea difícil entenderlo y vivirlo. Por eso, lo importante es dejarnos llevar por el Espíritu Santo, maestro de la fe y el amor.

Evangelio:                                          Jn. 20, 19 – 31
Todos los años leemos este mismo evangelio en el domingo de la divina misericordia. Acaso sea porque sobre abunda en los frutos de la resurrección: paz, alegría, reconciliación, fe, testimonio.  El resucitado se presenta a los suyos y derrama sobre ellos la misericordia de Dios, para que ellos hagan los mismo con toda la humanidad a través de todos los tiempos.


Oración de los fieles

Responderemos: “Dios de misericordia, escúchanos”

·    Cristo resucitado, mantén nuestros corazones fieles a la comunión de la Iglesia, a través de nuestros pastores, el Papa Benedicto XVI, los Obispos y sacerdotes. Así, todos verán manifestarse entre  nosotros el poder de tu resurrección. Oremos…
·    Cristo resucitado, siembre en nuestros servidores públicos el amor por tus mandamientos. Así, al fomentar la justicia, la paz, el bien común y la reconciliación, nuestros gobernantes serán tambi´ne testigos de tu resurrección. Oremos…
·    Cristo resucitado, que este tiempo de gozo que es la Pascua, sea testimoniado en nuestras comunidades cristianas por sus obras de solidaridad, sobre todo entre los más pobres y desamparados. Así, viendo nuestras buenas obras de amor, los más pobres descubrirán el poder de tu resurrección. Oremos…
·    Padre celestial, dirige tu agradable mirada amorosa sobre nuestra parroquia, sus sectores y grupos apostólicos. Que nosotros sepamos asumir también con valor el testimonio de tu resurrección y los retos de conversión, de comunión y justicia que exige de todos.  Oremos…

Nota: especialmente en este domingo, sugiero que las comunidades cristianas añadan una o dos intenciones más a las aquí propuestas. 

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