Arquidiócesis de Tegucigalpa/ Decanato
Zona Periférica
Parroquia
Cristo Rey y Santa Cruz
Jueves 21 de Abril 2011
MISA
VESPERTINA EN LA CENA DEL SEÑOR
Capilla Sta.
Cruz
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PARA COMPRENDER
EL SENTIDO DE ESTA LITURGIA[1]
“Con la misa que tienen lugar en las horas vespertinas del Jueves de
la Semana Santa, la Iglesia comienza el
Triduo Pascual y evoca aquella última cena en la cual el Señor Jesús, en la
noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos
que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo
las especies del pan y del vino y los entregó a sus apóstoles para que
los sumiesen[2],
mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también lo ofreciesen[3].”
“Toda la atención del
espíritu debe centrarse en los misterios que se recuerdan en la misa: es
decir, la institución de la eucaristía, la institución del orden sacerdoal y el mandamiento del Señor sobre la
cardidad fraterna; son estos los puntos que conviene recordar en la
homilía”[4]
De esta manera, la liturgia de
la misa vespertina “En la Cena del Señor” celebra dos de los sacramentos esenciales para la vida de la Iglesia y lo
hace enmarcándoles en la espiritualidad
que define la relación de Cristo con su Iglesia y la espiritualidad que debe
definir la vida de la Iglesia: el amor, como caridad fraterna”
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El sacramento por excelencia, en el que
se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo nuestro Señor es la Santísima Eucaristía. Por ella la
Iglesia vive y crece continuamente. El sacrificio eucarístico perpetua a lo largo de los siglos el
sacrifico de la cruz. Ella es el culmen y la fuente de toda la vida cristiana,
en ella se significa y realiza la unidad del pueblo de Dios y por ella se lleva a término la edificación del
cuerpo de Cristo. Gracias al ministerio
de los sacerdotes, Cristo mismo sigue ofreciéndose al Padre por la
redención del mundo y los hombres pueden
alimentarse del pan de vida. Los sacerdotes son llamados en particular a hacer
crecer al pueblo de Dios en la caridad, alimentarlo de la Palabra y
fortalecerlo continuamente por los sacramentos. Por el sacrificio cotidiano de
sus vidas se mantiene la unidad de la Iglesia en la santidad, y el evangelio
sigue llegando a todas la gentes.
Toda la riqueza de estos misterios de
amor, la eucaristía y el sacerdocio, lo celebraremos ahora en esta liturgia que
nuestra madre Iglesia llama “Misa vespertina en la Cena del Señor”. El
mandato del amor de Jesús, amarnos como él nos ama, se realiza en nosotros por
la eucaristía que los sacerdotes celebran y presiden para que todo el pueblo de
Dios practique el amor del crucificado y viva la justicia y la santidad del
evangelio.
Recibamos al padre ______y a quienes le
acompañan. Puestos de pie, cantemos.
Monición
al canto de Gloria
Concluida el tiempo de la cuaresma, e
iniciando la celebración de los misterios de la Pasión, muerte y resurrección
del Señor, la Iglesia nuevamente canta jubilosa la gloria de su redentor y su
infinita misericordia. Acompañados con el repique de campanas, cantemos con
mucha alegría el himno de Gloria.
Monición a las 3
primeras lecturas
La primera lectura nos recuerda aquella
comida ritual que fue para los que se encontraban esclavos en Egipto el anuncio
y la preparación del paso libertador de Dios. Ya en esta primera pascua, la
sangre de los corderos fue señal de elección y salvación. Por eso, hoy
entonamos el salmo 115, una radiante alabanza al Dios que nos salva y todo un
pacto que en gestos litúrgicos (como levantar el cáliz) expresa el compromiso
de la vida entera con esa salvación. Por su parte, san Pablo, en la segunda
lectura, nos explica el nuevo significado que para los cristianos tiene la
Pascua: ahora es el cuerpo y la sangre misma del Hijo de Dios lo que se ofrece
como ofrenda de liberación. Por eso, ya para los primeros cristianos celebrar
la eucaristía era tanto participar del sacrificio de Cristo en la cruz como el
testimoniarlo ante los hombres con una vida del evangelio.
Monición al
evangelio
El amor de Dios por la humanidad
encuentra su máxima expresión en el sacrificio extremo de la cruz de Jesús. Su
mensaje de entrega y fraternidad lo explica san Juan en su evangelio con el
relato del llamado “lavatorio de los pies”. El desafío de Jesús a los suyos es
muy claro y radical: atrévanse a practicar
lo que les he enseñado, amarse hasta el extremo. Al escuchar ahora este
relato preguntémonos ¿qué nos enseña hoy este gesto sobre la manera de vivir
entre nosotros? De pie para la proclamación del evangelio.
El mandato del
amor y el gesto del lavatorio de los pies.
Concluida la homilía, estando colocados aquellos que representan a
los Doce Apóstoles en un lugar visible fuera del presbiterio, se procede al
desarrollo de este gesto ritual del que el sacerdote participa sin usar ni
casulla ni estola, los cuales quedan depositados sobre el Altar. El sacerdote y
acólitos se colocan en el lugar respectivo, así como aquellos a quienes se les
lavarán los pies. Solo después de que todos están colocados en sus lugares el
monitor lee:
Monición al
gesto del lavatorio de los pies.
“Por
el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son discípulos
míos.”[6] El significado, la
gracia y la misión que Jesús nos encomienda con estas palabras son expresados
ritualmente con el gesto del lavatorio de los pies que ahora se desarrollará.
Lo peor que nos puede pasar es quedarnos solo con lo llamativo del gesto y
perder de vista su mensaje. El perdón y la reconciliación, la solidaridad, el
diálogo, la justicia, la entrega a los más necesitados, son solo algunas de las
dimensiones a las que este gesto nos convoca. Participemos de él con los cantos
y la reflexión: ¿cómo practico en mi vida el mandamiento del amor que Jesús nos
dejó?, ¿pueden los demás reconocer en mí a un discípulo de Jesús por la manera
en que los trato, por la forma en que los amo?
Oración de los
Fieles
(No hay proclamación del Credo
en esta Liturgia.)
Una vez concluido el gesto del lavatorio, el sacerdote se lava las
manos, se dirige al Altar para
revestirse nuevamente la estola y la casulla. Luego, junto a los demás
ministros del Altar, vuelven a sus lugares.
Cuando ya todos están sus sitios se pasa la proclamación de la
plegaria universal.
El sacerdote introduce la oración con estas o propias palabras:
Oremos al Padre por medio de Jesucristo
quien nos dejó en la eucaristía el memorial de su pasión.
Si el sacerdote no indica otra respuesta, el monitor invita a la
asamblea a responder a cada intención.
Monitor:
A cada intención
responderemos:
Santifica
Señor al pueblo que redimiste con tu sangre.
--Tú, Señor, que
en Cena Pascual encomendaste a tu Iglesia perpetuar a lo largo de los siglos la
celebración de tu eucaristía para la salvación de los hombres, haz que en el Papa
Benedicto XVI y los Obispos encontremos siempre verdaderos maestros y testigos
que nos hagan amar con fervor tus santos misterios. Oremos…
-- Tú, Señor,
que llamas a los que tú quieres para acercarlos al fuego de tu amor, haz que
los sacerdotes de tal manera amen tu eucaristía que nos enseñen con sus vidas a
necesitarte, amarte y testimoniarte, participando con el fervor de tus
sacerdotes en tu mesa de redención. Oremos…
-- Por los
servidores públicos de nuestro país y del mundo entero, que el mandato del amor
de Jesús inspire en sus corazones las acciones que favorezcan la unidad y la
paz entre los pueblos, la justicia y el bien común. Oremos…
-- Por los más
pobres e indefensos entre nosotros: que nadie se sienta desamparado de la
misericordia de Dios, experimentándola además en nuestro testimonio eucarístico
de solidaridad y amor al extremo de dar la vida por ellos como Cristo nos
enseñó. Oremos…
-- Por nuestra
comunidad parroquial para que la celebración de esta eucaristía renueve en todos
el amor por nuestros sacerdotes, el apoyo a su ministerio y el afecto por sus
personas, de manera que ellos
experimenten la alegría de pertenecer a una familia parroquial que les
anima, les corrige y les auxilia. Oremos…
Traslación del
Santísimo Sacramento a su Monumento
Para
comprender el sentido de esta procesión:
“Terminada (la eucaristía con) la oración
después de la comunión, comienza la procesión,
presidida por la cruz en medio de cirios e incienso, en la que se lleva el
Santísimo Sacramento por la iglesia hasta el lugar de la reserva.”[7]
“La piedad popular es especialmente
sensible a la adoración del santísimo Sacramento, que sigue a la celebración de
la misa “En la Cena del Señor”.[8]
“Invítese a los fieles a una adoración
prolongada durante la noche al Santísimo Sacramento en la reserva solemne,
después de la misa “En la Cena del Señor.” Pasada la media noche, la adoración
debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya el día de la Pasión del
Señor.”[9]
Además:
Recuérdese que después de la oración que
el sacerdote hace posterior a la comunión de los fieles en la misa no hay
oración final. De manera que hecha la oración por el sacerdote el monitor pasa
de inmediato al micrófono a explicar el sentido de la procesión a la que ahora
se da paso.
Si hay algunas indicaciones que dar para
la adoración al Santísimo lo mejor sería darla antes de esta monición. Mucho
mejor si quien da estos avisos no es el mismo monitor.
Monición después
de la oración posterior a la comunión de los fieles en misa
y que explica el
sentido de la procesión con el Santísimo hacia su reserva.
Antes de sufrir
la pasión y la muerte en cruz, Cristo nuestro Señor quiso entregarnos el fruto
más logrado de la crucifixión: la eucaristía. Una vez que como Iglesia hemos
celebrado esta cena de salvación, ahora los católicos nos disponemos a celebrar
e interiorizar el valor de la eucaristía en nuestras vidas a través de la
oración: ¿de qué manera la eucaristía cambia mi vida? Y qué mejor manera que
orar que ante el mismo Sacramento del Altar. Que el mismo Señor nos inspire los
sentimientos, las actitudes y los compromisos que desea de cada uno de nosotros
como miembros de su cuerpo para participar del Triduo Pascual. Por eso, ahora
las hostias consagradas durante la misa son trasladadas a un Altar de adoración
especialmente preparado para que ahí todos dediquemos un buen tiempo de esta
noche al diálogo íntimo con Él en la oración. Dispongámonos pues a esta
procesión que nos conducirá a los pies de Jesús eucaristía para que de rodillas
ante él confirmemos con las palabras de Santo Tomás: “Señor mío y Dios mío.” (Jn. 20,28)
[1]
Estas notas en rojo y letra
más pequeña (llamadas “rúbricas) son instrucciones u orientaciones para los
equipos de liturgia. No son para leerse en la celebración.
[2] Es decir, lo consumieran, lo
comieran.
[3] Congregación para el Culto y la
Disciplina de los Sacramentos: “Carta Circular sobre la preparación y la
celebración de las fiestas pascuales”, # 44.
[4] Idem, # 45.
[6] Jn. 13,35
[7]
Congregación para el Culto
y la disciplina de los Sacramentos: “Carta Circular sobre la preparación y la
celebración de las fiestas pascuales.” #54
[8]
Congregación para el Culto
y la disciplina de los Sacramentos: “Directorio sobre la piedad popular y la
liturgia.” #41
[9] Congregación para el Culto y la
disciplina de los Sacramentos: “Carta Circular sobre la preparación y la
celebración de las fiestas pascuales.” #56
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